"He de confesar, que nunca le había prestado mucha atención, me había limitado a mover simplemente la cabeza en signo de negación, ante aquel hombre, que para casi todo el mundo era un ser invisible de esos que pasan por nuestra vida y en el que apenas nos fijamos, pero aquel día, levanté la mirada y mire sus ojos mientras repetía la acción de negar con la cabeza, Algo cambió repentinamente en mi actitud, ante mi había un joven, de aspecto no demasiado desaliñado que con la mano extendía pedía algo de ayuda para poder subsistir, mi primer pensamiento fue... ¡Tiene mas o menos la edad de mi hijo!, quizá no supo encarrilar su camino, quizá no tuvo la suerte de tener una familia detrás cuidando de el, quizá se equivocó en su andadura, instintivamente eche mano al bolsillo y le di unas monedas, pensé: Si fuera mi hijo me gustaría que alguien le atendiera por un momento, pensé en una hipotética madre desconsolada, quizá en un padre afligido, se que mi acción no le resolvería mucho, quizá un bocadillo que paliara su hambre, (quise ser bien pensado), un billete de autobús para llegar a algún sitio donde cobijarse, ¡Que se yo!... Sentí que a nuestro lado pasan a diario muchas gentes invisibles, quizá hasta hemos retirado la mirada para evitar verles, somos insolidarios con lo más cercano y llegamos sin embargo a solidarizarnos con gentes lejanas que también pasan hambre y calamidades, gentes a las que nunca veremos cara a cara, gentes de las que nos separan muchos kilómetros, mientras somos incapaces de hacerlo con aquellos que se cruzan día a día en nuestras calles con nosotros, sin que apenas les prestemos atención, solo un triste gesto de negación, como el que yo hice.
He vuelto a verle, sentado en las escaleras de un portal, a primeras horas de la madrugada mientras me dirigía al trabajo, los brazos cruzados sobre sus piernas le servian de almohada, encorvado en una postura casi fetal, le he reconocido y he sentido de nuevo una extraña tristeza por él y por lo que representa, jóvenes sin esperanza, jóvenes sin destino ni rumbo que seguir, mientras la prensa hoy publicaba escandalosamente lo que llegan a cobrar diputados, ministros y representantes públicos que seguramente como yo nunca han mirado a los ojos de estos invisibles que viven a nuestro lado y por los que no parecen tener preocupación alguna, me he sentido triste al ver a este joven invisible para los demás..."
Fernando Xavier
Querida Flor, este escrito de Fernando Xavier, es todo un reto a la conciencia. La conciencia humana que se vuelve cada día más cerrada, dormida e insensible. Esa conciencia que hay que remecer para provocar los cambios necesarios, a gran nivel como lo sería una equitativa (e hipotética,lo sé) distribución de los ingresos, y a pequeño nivel, en nuestro entorno pequeño...aprender a mirar, y ver que podemos hacer algo por quien sufre, no sólo en lo económico, pero también allí.
ResponderEliminarNo solucionaremos su problema tal vez, pero daremos muestra de que tenemos brazos para abrazar y corazón que se conduele y da; muestras para recordarnos a nosotros mismos que nuestra condición es de "seres humanos".Regalar un minuto de auxilio y amor,es el mejor regalo.
ABRAZOS MILES.
Gracias amigo mio..un honor que reproduzcas mi post en tu blog.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Fernando Javier (Salamanca-España)
Magnífico tu post Fernando, y gracias a ti Flor por reproducirlo en tu blog. La verdad es que pasamos por la vida y nos encontramos gente invisible y como dice Fernando casi no nos atrevemos a mirar por que vemos reflejados a nuestros familiares o hijos en esos desconocidos como si fuera a pasarnos a nosotros por mirarlos....
ResponderEliminarDesde luego la vida es injusta y nosotros egoistas...
Un abrazo Flor.