EL REENCUENTRO
Se amaban desde siempre; se amaban tácitamente; se amaban sin decirse palabras de amor; se amaban a distancia. Soñaban el uno con el otro, vivían encuentros imaginarios, crecían en sus mentes fantasías de amor y de pasión, entremezcladas por el sabor amargo de lo irrealizable.
Eran dos extraños, románticos y enamorados, separados por vidas y mundos diferentes, pero cercanos en el espíritu. El tiempo los fue alejando y desviando hacia rumbos contrarios; lucharon desesperadamente por olvidarse del otro, y en un momento creyeron lograrlo, al conquistar nuevos espacios, al abocarse con esmero a sus tareas, al educar a sus hijos.
El tiempo transcurrió... pero las dos mitades tendían a unirse y a consumar aquel deseo loco, largamente presente en sus idilios de fantasía. Sus almas estaban ligadas por un hilo invisible y elástico, que no permitía su total disgregación, y vanamente trataban de escapar. La fuerza de ese amor parecía invencible; el interés, puro; la ternura, una bendición.
Eran dos extraños, románticos y enamorados, separados por vidas y mundos diferentes, pero cercanos en el espíritu. El tiempo los fue alejando y desviando hacia rumbos contrarios; lucharon desesperadamente por olvidarse del otro, y en un momento creyeron lograrlo, al conquistar nuevos espacios, al abocarse con esmero a sus tareas, al educar a sus hijos.
El tiempo transcurrió... pero las dos mitades tendían a unirse y a consumar aquel deseo loco, largamente presente en sus idilios de fantasía. Sus almas estaban ligadas por un hilo invisible y elástico, que no permitía su total disgregación, y vanamente trataban de escapar. La fuerza de ese amor parecía invencible; el interés, puro; la ternura, una bendición.
Y volvieron a cruzarse sus caminos un día...
Todos los esfuerzos que habían hecho para conseguir mantener en alto las barreras protectoras fueron inútiles. Ambos sabían que su unión era imposible: ya habían iniciado vidas propias, que excluían al otro y lo transformaban en un simple espectador.
La razón y el deseo libraban una durísima batalla que ya iba extendiéndose demasiado...
Durante el reencuentro, los ojos de ella, brillantes de emoción, lo miraban con amor y como pidiendo perdón. Las manos de él, nerviosamente entrelazadas, le acariciaban la piel sin tocarla. Hablaban de sí mismos, de sus anhelos, de sus ideales, y se refugiaban en la compañía del otro, tan ansiada. Y las horas se hacían minutos encantados, llenos de promesas no pronunciadas.
Al despedirse, se miraron con intensidad diciéndose en silencio "siempre te voy a querer", ansiando- él que ella y ella que él- comprendiera sin necesidad de palabras, creando una vibrante electricidad en su entorno, que resultaba imposible dejar de percibir.
La razón y el deseo libraban una durísima batalla que ya iba extendiéndose demasiado...
Durante el reencuentro, los ojos de ella, brillantes de emoción, lo miraban con amor y como pidiendo perdón. Las manos de él, nerviosamente entrelazadas, le acariciaban la piel sin tocarla. Hablaban de sí mismos, de sus anhelos, de sus ideales, y se refugiaban en la compañía del otro, tan ansiada. Y las horas se hacían minutos encantados, llenos de promesas no pronunciadas.
Al despedirse, se miraron con intensidad diciéndose en silencio "siempre te voy a querer", ansiando- él que ella y ella que él- comprendiera sin necesidad de palabras, creando una vibrante electricidad en su entorno, que resultaba imposible dejar de percibir.
Ella partió sintiendo el eco de los latidos de su corazón, que llenaba su cabeza. El la vio partir y suspiró, sabiendo que aunque sus caminos fueran distintos, nunca serían opuestos y que algún día sus almas, aunque quizás no sus cuerpos, permanecerían unidas por siempre.
Autor: Patricia Lopez
esta película ya la he visto, y suele acabar mal.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir mi cuento en tu blog, querida Flor!
ResponderEliminarUn beso enorme!!!
Precioso, Flor. Existen vidas que de necesidad han de cruzarse.
ResponderEliminarBesos!!
Bello volver a cruzarse en el amor con el que se ama..
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos fraternos..
Espero la vida, les de la oportunidad de vivirse. Dos almas que se encuentran para amarse, necesariamente desean unir sus cuerpos y vivir el amor mucho más que sólo un día.
ResponderEliminarEs una historia fuerte, románticamente fuerte y con dejos de dolor.
Besos mi Flor
Anouna