Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.
Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.
Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;
pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.
Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.
Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;
pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...
José Ángel Buesa
Maravillosa mariposa que has llegado... nunca tarde!
ResponderEliminarPreciosa poesía, preciosa de verdad
ResponderEliminarFlor , llego a Argentina el viernes a las 3 de la tarde , sacaré una pequeña entrada el jueves .
Con ternura
Sor.CeciliA
Muy buena poesía, como todas las de Buesa. Feliz semana, Flor. Besos
ResponderEliminarA ver cuándo quitas eso de tener que escribir para comentar frases que no se distinguen bien. Cuatro veces he debido repetir, es un asco.
Preciosa, sensible y de una ternura exquisita la poesía que nos presentas, Flor.
ResponderEliminarSin embargo, yo digo que el amor llega cuando debe llegar, nunca es tarde ni muy temprano. Así sea en el último minuto de la vida, es bienvenido siempre.
Abrazos grandes.