ENSOÑACIÓN
Me preguntas de donde vengo
Y yo te contesto que ese lugar
No tiene nombre,
No está en los mapas,
Ni en coordenadas de tiempo,
Está en la distancia de los sueños.
Vengo del estruendo del silencio,
Donde la piedra se hace alarido
Cuando el viento la penetra,
La resquebraja, y sus lágrimas
Manan de angosta grieta,
Hechas perlas de un desierto.
Vengo de la voz matriz del aire.
Del balbuceo de la brisa
Que no quiere dejar de ser niña
Para seducir con una caricia
La umbría masculinidad del bosque.
La fronda erguida del roble.
Vengo del rugido de la cascada
Cuando abandonada a su destino,
Siente el abrazo del vértigo
En la irisación de sus caderas,
Para recorrer impávida el abismo
Que la parirá como río y desenfreno.
Vengo de la tímida sonrisa
De la amapola de lujuria indemne,
Que muestra su rubor
Cuando siente que el sol la mira
Con vidriosos ojos de fuego,
Y tiñe de candor a la hierba verde.
Vengo de un mundo sin rumbos
Donde es poesía lo que nace y muere,
Mas allá de las palabras,
De la atrofia de los conceptos,
De un mundo tan sagrado
Que solo es sacrilegio atenazar miedo.
¡Vengo de ese mundo
Donde el fuego brota entre tus dedos,
Donde el deseo es luz
En la profundidad de tu sexo,
Donde el más tierno de tus besos
Me dejó recostado entre los sueños!
(José M. Huete García, Enero 2013)
Me preguntas de donde vengo
Y yo te contesto que ese lugar
No tiene nombre,
No está en los mapas,
Ni en coordenadas de tiempo,
Está en la distancia de los sueños.
Vengo del estruendo del silencio,
Donde la piedra se hace alarido
Cuando el viento la penetra,
La resquebraja, y sus lágrimas
Manan de angosta grieta,
Hechas perlas de un desierto.
Vengo de la voz matriz del aire.
Del balbuceo de la brisa
Que no quiere dejar de ser niña
Para seducir con una caricia
La umbría masculinidad del bosque.
La fronda erguida del roble.
Vengo del rugido de la cascada
Cuando abandonada a su destino,
Siente el abrazo del vértigo
En la irisación de sus caderas,
Para recorrer impávida el abismo
Que la parirá como río y desenfreno.
Vengo de la tímida sonrisa
De la amapola de lujuria indemne,
Que muestra su rubor
Cuando siente que el sol la mira
Con vidriosos ojos de fuego,
Y tiñe de candor a la hierba verde.
Vengo de un mundo sin rumbos
Donde es poesía lo que nace y muere,
Mas allá de las palabras,
De la atrofia de los conceptos,
De un mundo tan sagrado
Que solo es sacrilegio atenazar miedo.
¡Vengo de ese mundo
Donde el fuego brota entre tus dedos,
Donde el deseo es luz
En la profundidad de tu sexo,
Donde el más tierno de tus besos
Me dejó recostado entre los sueños!
(José M. Huete García, Enero 2013)
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