"Desde el corredor de la pequeña casa, coquetamente engalanada por la recién casada, se alcanzaba a percibir el agradable aroma de una salsita hecha con esmero y dedicación… La cebolla finamente picada, como el pimiento, el perejil, apenas un diente pequeño de ajo… la ciboullete, reciente descubrimiento para la novel ama de casa…el tomate, sin semilla ni piel… los condimentos cuidadosamente proporcionados, el cubito de caldo tan recomendado por su madre.
Todo el amor puesto en aquella primera comida, mas “elaborada”… ya que a la muchacha hasta le costaba cocinar un bife sin que éste resultara quemado o demasiado crudo…
Ya contaba con grandes fracasos. El arroz que cocinó en una oportunidad, resultó ser exagerada la porción, (apenas un paquete de medio kilogramo)… en otra ocasión unos zapallitos rellenos terminaron siendo incinerados sobre un fuego demasiado fuerte… durante demasiado tiempo…
Tenía clara su posición sobre el arte culinario… jamás se convertiría en cocinera… pero a menudo volvía a probar, una y otra vez se convertía en un tema de chanza para con sus amigos y parientes…
Ésta era una última oportunidad que se daba a si misma…
Las papas hacia mucho rato que hervían… cuando, con la premura del que no sabe cuánto tiempo lleva elaborar un plato de ñoquis, desde temprano se había puesto en la tarea…
Alguien le dijo: “ten cuidado de que no sean demasiados duros… mientras mas tiernos, mas ricos”…
Así, ella con las manos enharinadas, con la mejor buena voluntad, comenzó la tarea… Fue ardua la lucha para lograr que dichos ñoquis despegaran de sus dedos, fue mucho el tiempo que utilizó para armar bastones pequeños, para luego cortarlos, y pasarlos por un tenedor a falta de la cucharilla acanalada que aún no había comprado…
Bullía la salsa derramando sabor, abriendo el apetito de los que caminaban por la calle… Cuándo, por fin logró terminar de “confeccionar” los malditos ñoquis, (luego de tanto renegar ya los odiaba)… el agua de la cocción, borboteaba, desde hacía rato…
Hasta ahora había cumplido todos los pasos a seguir… cuando logró echarlos a la olla, se sintió plena de felicidad… Limpió sus manos, su cara, su delantal recién estrenado, lleno de harina, corrió a peinarse, se pintó los labios, y rogando llegara pronto su flamante marido, se paró en el rellano de la puerta… a esperarlo… No tardó éste en llegar…
Con la mesa cuidadosamente preparada minutos antes, el mantel cuadriculado, servilletas bien planchadas, vajilla nueva, regalo de casamiento… el queso rallado en una hermosa quesera, también recién estrenada…
Tomando unas agarraderas matelaseadas, hechas hacía tiempo con la ilusión de vivir aquel momento, que al fin hoy se hacía realidad… Con la mirada brillante por la “proeza,” miró dentro de la olla en cuestión y ¿qué vio? sólo una especie de sopa blanca sin ninguno de los ñoquis, que tanto empeño le había costado hacer!!!"
Cuento de Lucía Belén.
- Algo muy importante que se olvidaron de decirle. No hace falta cocer mucho los ñoquis. Después de ponerlos en la olla en agua herviente, así que ellos suban a la superficie, se sacan de seguida. Estan listos!
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