Como el último estertor
Antes de morir,
De la mariposa saciada
Del dulce nectar de las flores…
Así me dejas,
Cuando enloquece la noche,
En el frenesí desatado del deseo,
Y me das de beber
De ese aguardiente de tus fuentes
Más recónditas
Donde bulle la muerte.
Y no quiero saber de remedios,
Ni paliativos sedantes,
Para ese dolor incurable,
Que poco a poco,
Cuando de ti me sacio,
Me va matando.
Y cuando todo se consume,
Que una luna piadosa
Rece mi epitafio,
Un rayo de sol me incinere
Y un viento rabioso
En la nada me avente.
Quiero saber,
Si morir saciado de tu piel
Es un sueño irreverente
O solo, un morir imprudente..
Tremendo poema el que nos traes. No conocía al autor...
ResponderEliminarSabes, creo que cuando se nos viene esa duda al alma, ese tratar de descifrar si algo es bueno o malo es porque algo serio sucede. El amor trae confianza, seguridad y mucha paz.No un devaneo de inseguridades.
Buenísimo poema,y tema, a la vez, de conversación.
Abrazos miles, Flor.
No hay sueños imprudentes, cuando el deseo es puro y la intención es buena.
ResponderEliminarMorir en el otro y por el otro es una entrega total. Ser saciados en alma y cuerpo es la norma de todo ser humano.
Un poema con sentido y sentimiento, me gusta.
Abrazos y saludos para ti y el autor.
Anouna