Ya pasaba de las cuatro horas de la tarde cuando Rodrigo se despertó.
Como siempre lo hacía ya tenía su merienda preparada y una botellita con agua para Lassie.
Le cambié el pañal y como hacía mucho calor le vestí una ropita más ligera.
Salimos a la calle, Rodrigo, yo y Lassie.
Mi mascota ya estaba tan acostumbrada al paseo de la tarde que no era necesario decirle nada, ella ya conocía el camino.
Nos gustaba mucho estar sentados en el césped del campo de golf que quedaba cerquita de mi casa. Cuando tenía más tiempo íbamos un poco más lejos, en aquel día íbamos a quedarnos más cerca porque aún tenía que hacer la sopita para Rodrigo.
Íbamos caminando y de repente siento que Lassie no estaba a mi lado como era su costumbre.
Miré hacia atrás y ahí estaba ella parada mirándome, yo llamándola y no me hacía caso. Fue entonces que me acordé que el día anterior andaba por allí un caballo y ella tuvo miedo. Frené el cochecito del niño y fui a buscarla. Como no quería caminar, tuve que cargarla hasta después de pasar el lugar donde ella había visto el caballo.
Rodrigo seguía encantado con el trinar de los pajaritos, dando grititos y no se dio cuenta de lo que había pasado.
Nos sentamos un poco más adelante. Lassie ya estaba más tranquila bebiendo su agua y Rodrigo compartiendo las galletas con ella.
Que calor hacía, se oían las chicharras y el estallar de las piñas.
De repente oímos alguien llamar y vi a lo lejos que estaban haciendo señas hacia nosotros para que saliéramos de allí. Eran jugadores de golf que estaban con miedo que alguna pelota pudiera venir en nuestra dirección.
Era hora de regresar a casa.
Un recuerdo lleno de ternura de una mamá joven paseando a su bebé en carrito, disfrutando un bellísimo día y la mascota siempre fiel con ellos.
ResponderEliminarbesos
Hermoso recuerdo el que nos presentas hoy día, Flor.
ResponderEliminarAparte de la ternura misma entre madre e hijo, me quedo con la sensación de Lassie al evocar en su memoria emotiva el temor que había sentido en la jornada anterior al pasar por cierto lugar. A veces nos olvidamos que ellos también son seres vivos...
Qué lindo.
Tiene enseñanza y moraleja.
Besos, Flor.
Me ha encantado.
Abrazos y buen inicio de semana.
Es increíble la memoria que tienen los animales, recuerdan perfectamente los olores, los hechos, los sabores, los lugares, siempre me sorprenden.
ResponderEliminarHermoso relato
Uhmm,Florcita, me has hecho acordar de los paseospor el parque con mis hijos y la que fue mi esposa; fueron gratísimos momentos.
ResponderEliminarMuy tierno tu escrito, Florecilla.Los recuerdos ayudan a vivir. Un beso fuerte.
ResponderEliminarUn bonito y nostálgico relato, bella Flor.
ResponderEliminarsupongo que esa nostalgia es real.
Besos.
un nostálgico relato del pasado, de las cosas sencillas de la vida que a veces no sabemos valorar en su justa medida.
ResponderEliminarAmiga Flor.
ResponderEliminarPrecioso relato, compartido con amor.
Un abrazo.
Jecego
Un bonito y primaveral recuerdo. Es tierno, lleno de melancolía y de vida.
ResponderEliminarBesos