quinta-feira, 30 de agosto de 2012

Flor de Verano








Flor de verano
que bajo un cielo templado
naciste, y brillaste apenas caminado,
tu forro, pétalos blancos,
adornos rojos
y, un destello luminoso.

Podrá ser, que el par de abejas
que traes preciadamente
me quiten todo el polen?
Podrá ser, que me quede sin aliento
por regalártelo, para que vivas?

Si es necesario darte el aliento,
darte la vida
o el pensamiento,
te lo daré por llamar tu atención
confiare en tu eterna risa
y guardare tu voz como una tierna canción.

Tu confianza me alegraría el corazón
dándome así un poco de tu sol,
el cual, refugia tu alma;
Sueño tu aroma,
esa agradable brisa que choca en mi rostro
y ya lo único que deseo
es ser el ladrón de tu tiempo.

Llevarte, flor de verano
al mejor de los tiempos
que le muestres al mundo tus encantos,
pero la condición; que sea a mi lado.

Juntos ir caminando por el campo
repartiendo la nueva noticia
al bendecido y desdichado,
el que nuestro cariño
en amor se convirtió,
que esta oportunidad ha funcionado
y para siempre estarás a mi lado,
pequeña flor de verano.

Si te digo que eres la más bella del universo
te estaré mintiendo,
pero si te expreso todo lo que siento
te soy lo mas honesto que puedo.


Carlos Sánchez Gachuz



sexta-feira, 24 de agosto de 2012

El Ramo Azul





  




EL RAMO AZUL
Octavio Paz, México, 1914-1998



Desperté, cubierto de sudor. Del piso de ladrillos rojos, recién regado, subía un vapor caliente. Una mariposa de alas grisáceas revoloteaba encandilada alrededor del foco amarillento. Salté de la hamaca y descalzo atravesé el cuarto, cuidando no pisar algún alacrán salido de su escondrijo a tomar el fresco. Me acerqué al ventanillo y aspiré el aire del campo. Se oía la respiración de la noche, enorme, femenina. Regresé al centro de la habitación, vacié el agua de la jarra en la palangana de peltre y humedecí la toalla. Me froté el rostro y las piernas con el trapo empapado, me sequé un poco y, tras de cerciorarme que ningún bicho estaba escondido entre los pliegues de mi ropa, me vestí y calcé. Bajé saltando la escalera pintada de verde. En la puerta del mesón tropecé con el dueño, sujeto tuerto y reticente. Sentado en una sillita de tule, fumaba con el ojo cerrado. Con voz ronca me preguntó:

-¿Onde va, señor?

-A dar una vuelta. Hace mucho calor.

-Hum, todo está ya cerrado. Y no hay alumbrado aquí. Más le valiera quedarse.
Alcé los hombros, musité “ahora vuelvo” y me metí en lo oscuro. Al principio no veía nada. Caminé a tientas por la calle empedrada. Encendí un cigarrillo. De pronto salió la luna de una nube negra, iluminando un muro blanco, desmoronado a trechos. Me detuve, ciego ante tanta blancura. Sopló un poco de viento. Respiré el aire de los tamarindos. Vibraba la noche, llena de hojas e insectos. Los grillos vivaqueaban entre las hierbas altas. Alcé la cara: arriba también habían establecido campamento las estrellas. Pensé que el universo era un vasto sistema de señales, una conversación entre seres inmensos. Mis actos, el serrucho del grillo, el parpadeo de la estrella, no eran sino pausas y silabas, frases dispersas de aquel dialogo. ¿Cuál sería esa palabra de la cual yo era una silaba? ¿Quién dice esa palabra y a quién se la dice? Tiré el cigarrillo sobre la banqueta. Al caer, describió una cuerva luminosa, arrojando breves chispas, como un cometa minúsculo.
Caminé largo rato, despacio. Me sentía libre, seguro entre los labios que en ese momento me pronunciaban con tanta felicidad. La noche era un jardín de ojos. Al cruzar la calle, sentí que alguien se desprendía de una puerta. Me volví, pero no acerté a distinguir nada. Apreté el paso. Unos instantes después percibí el apagado rumor de unos huaraches sobre las piedras calientes. No quise volverme, aunque sentía que la sombra se acercaba cada vez más. Intenté correr. No pude. Me detuvo en seco, bruscamente. Antes de que pudiese defenderme, sentí la punta de un cuchillo en mi espalda y una voz dulce:
-No se mueva, señor, o se lo entierro.
Sin volver la cara pregunté:
-¿Qué quieres?
-Sus ojos, señor -contestó la voz suave, casi apenada.
-¿Mis ojos? ¿Para qué te servirán mis ojos? Mira, aquí tengo un poco de dinero. No es mucho, pero es algo. Te daré todo lo que tengo, si me dejas. No vayas a matarme.
-No tenga miedo, señor. No lo mataré. Nada más voy a sacarle los ojos.
-Pero, ¿para qué quieres mis ojos?
-Es un capricho de mi novia. Quiere un ramito de ojos azules. Y por aquí hay pocos que los tengan.
-Mis ojos no te sirven. No son azules, sino amarillos.
-Ay, señor, no quiera engañarme. Bien sé que los tiene azules.
-No se le sacan a un cristiano los ojos así. Te daré otra cosa.
-No se haga el remilgoso -me dijo con dureza. Dé la vuelta.
Me volví. Era pequeño y frágil. El sombrero de palma le cubría medio rostro. Sostenía con el brazo derecho un machete de campo, que brillaba con la luz de la luna.
-Alúmbrese la cara.
Encendí y me acerqué la llama al rostro. El resplandor me hizo entrecerrar los ojos. Él apartó mis parpados con mano firme. No podía ver bien. Se alzó sobre las puntas de sus pies y me contempló intensamente. La llama me quemaba los dedos. La arrojé. Permaneció un instante silencioso.
-¿Ya te convenciste? No los tengo azules.
-Ah, qué mañoso es usted -respondió.
-A ver, encienda otra vez.
Froté otro fósforo y lo acerqué a mis ojos. Tirándome de la manga me ordenó:
-Arrodíllese.
Me hinqué. Con una mano me cogió por los cabellos, echándome la cabeza hacia atrás. Se inclinó sobre mí, curioso y tenso, mientras el machete descendía lentamente hasta rozar mis párpados. Cerré los ojos.
-Ábralos bien -me dijo.
Abrí los ojos. La llamita me quemaba las pestañas. Me soltó de improviso.
-Pues no son azules, señor. Dispense.
Y desapareció. Me acomodé junto al muro, con la cabeza entre las manos. Luego me incorporé. A tropezones, cayendo y levantándome, corrí durante una hora por el pueblo desierto. Cuando llegué a la plaza, vi al dueño del mesón, sentado aún frente a la puerta. Entré sin decir palabra. Al día siguiente huí de aquel pueblo.



segunda-feira, 20 de agosto de 2012

Amor, permíteme...











Amor,
permíteme que beba,
gota a gota,
el mar entero de tus lágrimas,
antes, que inocuas, se derramen
sobre el pétreo nicho de las sombras.

Escucha, como la pasión
fluye por mis venas,
como se hace sangre de tu sangre,
como mi corazón se desgarra
para dar cobijo a tu pena.

Deja que mis dedos
te dibujen otros labios,
y esa mueca inhóspita,
ventisca y hojas secas,
sean rocío y pétalos de rosa.

No escribiré sobre tus senos,
sutiles hipérboles,
ni crípticas metáforas,
serán cálidas tangentes
que aproximen tu deseo y el mio.

No habrá misterio oculto,
ni recóndito lugar,
cuando tu puerta
abras de par en par.
y queme incienso entre tus muslos.

Amor,
ya no hay tiempo ni espacio
para dejar que la espera
del alma se haga enredadera.
que mis manos palpitan impacientes
por hacerte arcilla de mis sueños.

(José M. Huete Gracía, Agosto 2012)

http://jmhuete66.blogspot.com





segunda-feira, 13 de agosto de 2012

Es la vida





La britanica Elizabeth Tweddle enseña las calosidades de su mano durante una prueba de gymnasia.


La vida de un atleta es muy dura. Como todo en la vida solo con mucho trabajo y sacrificio se consigue llegar más arriba.




sábado, 11 de agosto de 2012

No hay caminos en el mar


http://marazulmalaga.blogspot.com




NO HAY CAMINOS EN EL MAR

Qué irrenunciable es
Esta mirada sostenida
Sobre ese mar horizontal,
Que mi pequeño mundo
En vertical lo contiene.

Adivino en su línea final
Linde imprecisos
De lo que de ti
Me pertenece,
Apenas el borde
De un presagio
De azul celeste.

¡Soy gaviota atada
Al límite de lo posible!

Es gris esta mirada
Sin mas cercanía
Que este sabor a sal
Que en mi reseca boca
Te hace obvia, la marea,
Cuando el tiempo de tenerte
Es espacio entre ola y ola.

Hay una imperceptible
Brisa, que en mis manos deja
Espumas de lejanía
Cuando el mar vomita
Ese profundo sentimiento
Que de rojos corales
Viste su voz inacabable.

Implacable es
El tiempo y sus distancias,
La corta para tenerte
La larga para soñarte.

¡No hay caminos en el mar
Solo estrellas en el horizonte!


(José M. Huete, Mayo 2012)




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Las utopías de ayer, son la realidad de hoy y el desengaño de mañana. F.Puigcarbó

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No hay palabra de consuelo

cuando el amor se siente herido

mira hacia el cielo estrellado

porque cada día es un nuevo

amanecer.

RMC

tras la tormenta
el caracol se ahoga
dejalo trepar..
Iosu/Flor
Viajar, viajar siempre,
no ser de ningún sitio
ni de ningún lugar,
sin vínculos de ningún tipo y
evadirme así de todo.
Vivir dentro de un mundo
imaginario donde olvidarme de la difícil
y dura realidad.
Y volar, volar como un pájaro,
marchando muy lejos
más lejos de más allá,
hasta que agotado,
cuando las alas dijeran basta,
dejarme caer en un abismo profundo infinito.

La vida es...

La vida es el ahora,
No los ayeres perdidos,
Ni los ayeres muertos,
Menos aún, los mañana no nacidos..!!
Necesitamos ser amados,
Necesitamos paraísos,
Necesitamos a nuestros sueños soltarlos,
Y al amor.., darle permiso…!!
Hoy dejo este impulso registrado,
No quiero arrepentirme, ni olvidarlo;
Y de cierta timidez, uno tiene la certeza,
Que no triunfa, quien al menos no ha luchado..!!

Antonio Gagliarducci

(Lo copié de Susuru que me encantó!)

Para poder vivir



Abrí los ojos
una vez
completamente
y me quedé
espantada.
Crecí de golpe
y me sentí pequeña.

Sólo encontré
silencio, soledad, nada.


Y los cerré de nuevo
lentamente,
para olvidar,
para encontrar
de nuevo
la palabra, para soñar,
para poder vivir,

Alicia Trueba

Gracias Susuru!!

Gracias Susuru!!

Mensagem de Susuru

La inteligencia sin amor, te hace perverso
La justicia sin amor, te hace implacable
La diplomacia sin amor, te hace hipócrita
El éxito sin amor, te hace arrogante
La riqueza sin amor te hace avaro
La docilidad sin amor te hace servil
La pobreza sin amor, te hace orgulloso
La belleza sin amor, te hace ridículo
La autoridad sin amor, te hace tirano
El trabajo sin amor, te hace esclavo
La simplicidad sin amor, te quita valor
La oración sin amor, te hace introvertido
La ley sin amor, te esclaviza
La política sin amor, te hace egoísta
La fe sin amor, te deja fanático
La cruz sin amor se convierte en tortura
LA VIDA SIN AMOR NO TIENE SENTIDO

"A CASA" de Saramago

Noite de Tormentas

Noite de Tormentas