La Niña que venció al Monstruo

"A Menina e a Floresta"Pintor: Laura Montania-Brasil"

Este cuento fué escrito por mi Amigo Juan Pan Garcia que me lo dedicó.

LA NIÑA QUE VENCIÓ AL MONSTRUO

Primera parte

Erase una vez una ciudad donde vivía una niña muy feliz llamada Flor. La ciudad estaba construida sobre siete colinas, antiguos volcanes. Tenía calles estrechas y empinadas; tenía muchos palacios muy antiguos y preciosos. Miraba hacia el mar y hacia el estuario del río Tajo. Presumía de tener el puente más largo de Europa, de 18 km, se llamaba el puente de Vasco da Gama.
La niña vivía en un pueblecito cercano, a cinco kilómetros de la gran ciudad, en un lugar verde y lleno de árboles. Aquel día había salido al campo a dar un paseo. Le gustaba tener siempre un jarrón lleno de flores frescas en su casa. Hacía un día primaveral, los almendros la saludaban al pasar, y abrían sus flores y se cubrían con ellas como si fuera una túnica de nieve. El prado era una explosión de colores.
Flor se agachaba a recoger amapolas, margaritas y violetas; las abejas revoloteaban a su lado, protestando porque ella les impedía recoger el polen para hacer la miel.
Pero al llegar la tarde, el día cambió y se puso oscuro. Una nube negra entró por el océano y cubrió el cielo, alcanzando en seguida la ciudad. El viento se levantó muy fuerte y azotaba a la niña; le arrancó su ramo de flores y la tumbó en el suelo. Quiso levantarse y entonces lo vio.
Era un ser gigantesco; tenía puesta una máscara y sólo se le veían unos enormes bultos en el lugar de las mejillas y la nariz. Dos agujeros en la máscara, señalaban el lugar de los ojos, que eran redondos y despedían llamaradas de fuego. Iba montado en un caballo negro, vestido también de negro y su capa sanguinolenta ondeaba al viento.
La niña, asustada, echó a correr dando gritos; el caballo la seguía relinchando y levantando sus patas delanteras para aplastarla. Entre los relámpagos y los truenos se escuchaba la fuerte risa del monstruo,”¡Ja,ja,ja,ja!, soy el dios del Terror”, decía, mientras blandía en su mano una espada ancha y curvada.

La niña, agotada, no pudo más y cayó al suelo. A lo lejos, el “Puente del 25 de Abril” se perdía entre la niebla. El jinete se inclinó a un lado, la aferró por un brazo, tiró de ella y la puso delante de él en su montura. Entonces espoleó a su caballo y éste voló por el aire, cruzó valles y montañas, dejando atrás Sintra sumida en las tinieblas.

Llegaron a la colina de Monsanto, antiguo volcán, y el monstruo descendió de su montura y cogió a Flor en sus brazos y entró por un viejo y oscuro cráter. Caminó con ella en brazos varios metros en la oscuridad.
De pronto se encendió la luz. Estaban en el interior de un salón grande, como de un palacio. Al fondo había un trono precioso y dorado; grandes cortinajes adornaban las paredes, y todo el suelo estaba cubierto por una gran alfombra persa. En medio de la sala había una enorme cama cubierta con sábanas de seda color rosa. El monstruo depositó muy despacio a Flor en ella y le dijo que no tuviera miedo que él entraría en su cuerpo sin hacerle daño. Y comenzó a acariciarla y a darle besos…
A Flor le daba asco sentir sus babosos labios y su rasposa lengua rozando su piel. Y comenzó a chillar. El monstruo le dijo: No temas, niña, ya te dejo. No tengo prisas. Hasta mañana. Y se fue.

Cont.