Se miró al espejo, el imagen que este reflejaba era de una mujer mayor, triste y pensativa cuyo rostro se encontraba surcado por las marcas del tiempo como a ella le gustaba referirse a las arrugas. No era un rostro joven y bello que muchos años atrás la encantara, mas tenía algo de especial. Su rostro contaba historias. Cada surco, cada trazo, hincado en su rostro le traía a su memoria los buenos y malos momentos que había vivido, los rostros jóvenes y lisos de aquellos que habían partido muy temprano, de los rostros de quien amara y de quien la amara que ya habían partido, el rostro de aquellos con quien se desencontrara al longo del viaje de su vida. Se miraba al espejo y curiosamente su rostro marcado por lo pasar de los años le traía a su memoria otros rostros, de otros tiempos y entre esos rostros le venía a la memoria su proprio rostro en el día en que lo viera por la primera vez un espejo.
Ella venía de una familia humilde donde la gran felicidad era conseguir para todos el tener un plato de comida en la mesa. Los muebles eran pocos y hechos a mano por su padre, pastor de profesión que el poco tiempo libre que tenía lo usaba para trabajar la madera. Las ropas eran pocas y habían sido hechas por su madre. Eran lavadas veces sin cuenta, para ser utilizadas sin olor a sudor.
Vivian en un pueblo rural perdido en el medio de una montaña en el interior del país donde la electricidad y el agua canalizada solo llegaran después de ella haber tenido el primer hijo, sola en cuclillas, porque la partera de la región vecina no ha conseguido llegar a horas.
Se casó con su único Amigo de infancia, pero este cansado de sentirse preso en las montañas que cercaban el paisaje, decidió volverse vendedor y recorrer el mundo, lo que cuando ella no lo podía acompañar le traía muchas horas de solitud, pero cuando podía ir con él, se sentía muy feliz por haber escogido aquella vida. Fue gracias a eso que ella consiguió salir de las “rejas” de las montañas y conocer una vida más civilizada. Sin embargo en secreto extrañaba las montañas, la solitud y la quietud de la sierra a que se había acostumbrado. Añoraba hacer el amor bajo un árbol oyendo el balar de las ovejas, sin tener que preocuparse en si aparecía alguien o no, ya que por allí no aparecía nadie con miedo de perderse y solamente se atrevería a hacerlo quien naciera en aquellos caminos.
Estaba embarazada del primer de sus catorce hijos cuando el marido le trajo un regalo especial.
-Abre – Le dijo él con ansiedad- pero ten cuidado que se puede romper!
Ella lo abrió y vio un rostro bello de mujer, trazos perfectos, los cabellos castaños dorados brillaban y los ojos azules parecían dos lagunas de agua límpida, la bella perfecta sonreía.
-Es una linda fotografía pero porque me traes una foto de una joven que yo no conozco?
-Porque esa joven eres tú, y yo quise que supieras todos los días como tu rostro es bello. Lo que tienes en la mano se llama espejo y el rostro que él enseña es el tuyo.
Ella se rio avergonzada de su ingenuidad de niña. Pero le gustó mucho el espejo que la miraba todas las mañanas. Bien que tuviera algunos cuadros con fotografías por las paredes, la fotografía de su rostro que ella grabara en la memoria en aquel día, permanecía la más bella que ella alguna vez viera.
Miro de nuevo al espejo, y el rosto enmarcado por un echarpe, con arrugas y surcos del tiempo, le devolvió la imagen que ella viera por la primera vez en el espejo. Detrás de ella vio el marido de quien se despidiera un año atrás, sonriendo. Después el espejo dejó de reflejar su rostro y apenas lo que enseñaba era su habitación. La fotografía que ahora el espejo enseñaba la sorprendió pero también le trajo un sentimiento de paz y felicidad.
Acostada en la cama, rodeada por sus entes queridos que se despedían con lágrimas, su rostro cansado reposaba sereno, sonriendo feliz.
Fonte: Sopa de Letrinhas
Traducción de Flor.
Hasta hoy pude entrar a dejarte comentario, No se por qué no podía. Triste tu traducción aunque bella. Entendí que la mujer murió. ¿Es así? De veras Qué triste. Saludos cordiales, un abrazo.
ResponderEliminarAída.
Un texto con mucho sentimiento que me deja reflexionando.
ResponderEliminarbesos
Hola cielo un bello texto gracias por la traducion
ResponderEliminarun beso corazon
Hola que bello texto, realmente para reflexionar… tiene mucho para pensar, felicidades.
ResponderEliminarBesos
Que bello es pasar a disfrutar de tus post..
ResponderEliminarUn abrazo
Con mis
Saludos fraternos de siempre...
Un texto precioso, Florecilla.Es verdad, las arrugas son las marcas del alma, las experiencias y la sabiduría vividas.
ResponderEliminarElla fue a reunirse con su marido en paz. Triste, pero es la vida.
Un beso y gracais por la traducción, sin la cual jamás hubiera conocido ese lindo cuento.
El espejo ese reflejo de nuestra alma y vivencias que nos recuerda experiencias vividas en el recuerdo de cada radical libre...
ResponderEliminarMil besos y mil rosas para empezar a caminar esta semana que ya ha empezado a perderse en el tiempo...
Marí
Es un texto precioso,
ResponderEliminarpodemos ver en el espejo
la belleza del alma que es
lo fundamental.
Um beijihno.
Yo creo que no hay que tener miedo a ver lo que el espejo nos muestra al mirarnos en él cuando envejecemos. Es la ley de la vida y cada época tiene su encanto.
ResponderEliminarAunque, el amor puede devolvernos la tersura de la juventud a ojos del ser que nos ama.
Muy bella entrada, bella Flor. Me alegro que S.S. El Papa esté entre vosotros.
Besos.
Preciso texto. Pero me gusta más el espejo "maravilloso y regenerador de juventud" ¡envíame uno por favor!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy lindo Flor este texto que has traducido. Las marcas del tiempo son como un carnet de identidad,personal e intransferible y como tal hay que renovarlo para darle valor. Beijinhos amiga.
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